Blogia
ponteAescribir

Los detalles.

“Sin entrar en detalles, bien” dice un amigo, en un esfuerzo de optimismo, cuando se le saluda con la rutinaria pregunta sobre el estado de las cosas.

Podría convertirlo en mi personal balance de 2012 pero no estoy segura.  Quizá estoy demasiado influida por el río de mensajes que pasan por mi móvil, con intención de felicitar el año nuevo, teñidos del permanente deseo de que 2013 sea mejor que 2012.

Preguntar a Google ratifica una valoración cargada de pesimismo.

Los políticos, aunque lo intenten, dejan poco lugar a la esperanza. Vean si no como la presidenta regional, en referencia al año que nos deja, afirma que "ha sido un año difícil donde se han hecho muchos sacrificios"; y como el responsable del principal partido de la oposición asegura que “ha sido un año para olvidar”. Los esfuerzos de los responsables nacionales por reconstruir las maltrechas esperanzas de los ciudadanos tampoco dan para muchos.  En un solo discurso del presidente cabe decir de 2012, que "las cosas han sido más difíciles de lo que esperábamos", y en referencia a 2013 que “tenemos un año muy duro por delante”. Y el propio monarca, en su cada vez menos popular mensaje de nochebuena, da por hecho que “vivimos uno de los momentos más difíciles de la reciente historia de España”.

Confirmado, el contexto en el que abordo mi reflexión es proclive al pesimismo y tengo la tentación de no entrar en más detalles por si este se convirtiera en crónico.

Mi personal recuento tampoco orienta el ánimo al contrario. Me embarga una sensación generalizada de que no ha sido un buen año. Evoco con facilidad años mejores. Las condiciones y relaciones laborales tienen mucho que ver en esta nota. Cerraría aquí con el convencimiento de que sin entrar en detalles, 2012 ha sido un año malo. Pero no me resisto a ignorar los detalles y a destacar aquellos que compensan tan negativo análisis.

Ha sido 2012 el año de completar la familia numerosa que me acoge. El número de sobrinos alcanza el undécimo, número poco simbólico pero perfecto para el ejercicio de los afectos. Un año en que cambié de casa y esta se fue transformando poco a poco en un hogar. Ha bajado la cuota de la hipoteca, y cuando también lo ha hecho el salario se agradece doblemente. Fue también el año de la salud, pues aunque no hayamos matado el bicho hemos podido con su protagonismo.

Trescientos sesenta y cinco días en que sentí cerca a los amigos que abandoné lejos y sin embargo siguen estando próximos y dispuestos. He podido este año, sentir el apoyo y el respeto de amigos y compañeros en circunstancias nunca imaginadas, y quizá sea, el final del año, el momento también de agradecerlo.

Ha sido un año húmedo y en tierra seca la lluvia siempre es bienvenida; no se inundó el Molino, por exceso.

Hablé, callé, reí, lloré, amé y eché de menos, agradecí, compartí y pedí prestado.

Un año repleto de detalles que me llevan de vuelta hasta el inicio: “Gracias a los detalles, un buen año”.

3 comentarios

ROSA MARÍA -

Son realmente los detalles los que nos hacen más o menos pasable la vida. Es esperanzador comprobar que alguien exprese tan bien el optimismo que hay que llevar dentro para superar los momentos difíciles.
Que el optimismo lo mantengas este 2013 y lo sigas contagiando a los tuyos y a quienes te queremos.
Un abrazo

Alfonso Méndez -

Gracias Noemí, por ser fuerte y transmitir tu maravilloso optimismo. Un abrazo.

María Luisa -

Me encanta tu optimismo, que contagias, y ayuda a los que somos más "cenizos"
Feliz salida y entrada de año, extensivo a la familia.