Carta de navidad. 2010
Imitando a George Sand a partir de la propuesta de Silvia para la semana 7 del curso de escritura autobiográfica.
Querido amigo,
El individuo llamado Nohemí está haciendo los preparativos para la navidad y entre ellos disfruta de una tarde tranquila de correspondencia. En unos casos ha escrito de corrido felicitaciones sencillas, todas con los mejores deseos que es capaz de expresar sin dejar de ser sincera. En otros, aprovecha la ocasión para una carta extensa que compensa el silencio de todo el año. Y en el tuyo, Nohemí te escribe, pese a verte a menudo, porque tiene muchas cosas que le gustaría contarte y nunca alcanza el tiempo para hacerlo. En cualquier caso, porque te echa de menos y ha apartado un rato largo para hablarte de un modo diferente a como lo hace cada día de los que os encontráis y os preguntáis “¿qué tal?” con una sonrisa huidiza.
Ya sabes que el individuo llamado Nohemí está cansado, a veces te lo ha dicho ella y a veces lo has descubierto tú. Quedan lejos las vacaciones de verano y pensar en las de Navidad parece cansarla aún mas. Le cansa pensar en tareas propuestas y no cumplidas que encontrará a la vuelta como si fueran facturas pendientes. Cansan también los preparativos, compras, regalos, reuniones familiares, … que los medios presentan como impuestos. A Nohemí también le cansan los afectos, sobre todo cuando siente que los tiene sometidos a excesos o a rutinas.
Te decía, Nohemí está bien aunque cansada. Es sábado por la tarde y acusa el cansancio de todo el trimestre. Pero no puede culpar al calendario de su cansancio. Se ha organizado mal para los cambios y vive en tres lugares al mismo tiempo.
En Tomelloso tiene su casa y muchas más raíces de las que nunca pensó estar echando. A pesar de los cambios sigue siendo su hogar y no lo deja llenarse de telarañas ni olvidos. Siempre le pareció imposible que una casa la atara, y ahora se siente amarrada a ella. Alterna noches aquí y noches fuera. Pero siempre vuelve a coger o dejar una maleta, a renovar un libro, quedar con un amigo o ver una película. Escribe aquí las cartas; no se imagina haciendo algo tan personal en otro sitio.
En Ciudad Real tiene el trabajo, bueno, el “cuartel general” de su trabajo, y pasa por allí al menos dos veces por semana. Intercambia pareceres con los compañeros, (a la mayoría no puede aún llamarles amigos aunque lo desearía), recoge y deja documentos, y sueña con que las raíces también crezcan en una ciudad que no es la suya. Tiene un piso compartido que le hace sentirse cómoda cuando la noche la sorprende allí. Un poco la devuelve a años más jóvenes, pero un poco la hace sentirse como una actriz en la película de su propia vida. A veces le gusta y a veces le incomoda.
Además ya sabes, tu siempre lo has sabido, que Nohemí no ha roto el cordón umbilical con La Solana y pasa por allí los fines de semana con la escusa de acompañar a sus viejos, pero con la oculta intención de recoger cariños. A los de los abuelos ahora se suman los de los niños que van aumentando la familia y reparando el relevo sin traumas. La Solana es siempre una sorpresa. A veces nido lleno con la visita de hermanos y sobrinos, a veces nido vacío lleno de la soledad de los abuelos.
Ya ves, el individuo llamado Nohemí no ha renunciado a nada de la mochila que llevaba cuando entró en tu camino, pero ha incorporado más cosas y personas y quizá por eso la siente a veces más pesada. No renuncia a nada de lo que lleva dentro.
Sin embargo, Nohemí descansa cansándose con otras cosas. Está deseando que lleguen las vacaciones para cansar el cuerpo físico, y dejar que descansen la mente y el corazón. Cocinar le llevará parte del tiempo y aunque, como a los motores viejos, le costará arrancar, disfrutará después preparando comidas y planes para todos. Si el tiempo lo permite descansará en el campo, encendiendo el fuego en la chimenea, llenando la leñera o recogiendo las hojas que el otoño ha regalado al suelo para pasar el invierno. Se sentirá descansada cuando alguna noche sienta doloridos los músculos de piernas y brazos. Cuando descubra en el espejo que no se ha maquillado en varios días y necesita lavarse el pelo. Percibirá el descanso al arrinconar las botas llenas de barro en el portal para evitar manchar el resto de la casa. Lo hará también cuando descubra olor a cocina en la bata de casa o en el pijama. Cuando se descubra de madrugada en la cama enganchada a una lectura y cuando le amanezca cerca del mediodía.
Y ya sabes, como siempre, pasados unos días de este ritmo primario, Nohemí se sentirá descansada y necesitará de nuevo volver a sus maletas y a sus casas, a los planes pendientes, a las prisas que cansan, a los muchos trayectos, a la compañía de amigos en cualquier momento y a la de compañeros en unas cañas, de tarde en tarde, al terminar la jornada.
Entonces, el individuo llamado Nohemí, volverá a saludarte y te dirá “¿qué tal?” y, aunque la prisa obligue, te mirará a los ojos para que veas en los suyos la alegría del descanso junto a la del reencuentro. Y para confirmar en tu mirada que, más allá de rutinas, los individuos se importan cuando comparten y entienden lo que dicen las palabras e incluso lo que las palabras no dicen.
Por cierto, mi querido amigo, no puedo despedirme sin desearte que seas feliz en Navidad, pero ya sabes que mi mayor deseo es que no te olvides de ser feliz siempre.
Un abrazo,
El individuo llamado Nohemí.
Y los comentarios de Silvia (la "profe")
Nohemí, has sido la más fiel en tu propuesta y desarrollo a la carta de la maestra George Sand. Y cumples primorosamente con todo el recorrido vital que nos muestra detalladamente cómo es tu vida. Lo haces sin ampulosidad, con un ritmo cadente y muy familiar. Nos envuelves en los sentidos, como tú sueles hacer, ya casi forma parte de tu poética y nos llevas de la mano desde la entrada hasta la salida del texto. Sólo nos queda la intriga de saber en qué lugar/espacio de todos los nombrados espera el destinatario tu carta. Eso, sí, sabemos que tiene suerte de tener una buena amiga, que tanto confía en él y tan capaz es de transmitirle sus sentimientos y avatares.
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