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I. Silencio

Primero de tres.

Podría haberlo escrito hoy mismo, aunque con razones bien distintas a las que lo inspiraron hace un puñado de años.

 

Leve el silencio que cerró mi boca

para no delatar lo que me mata;

y consiguió con ello hacerme roca,

incapaz de emitir una palabra.

Leve el silencio, que nació prudencia,

y volvió cárcel mi ser y mi mirada

selló mis labios,

y agrandó mi alma.

Leve el silencio que hoy pesa a mis espaldas

de historias, de sentires y palabras

mutilados en celdas interiores,

sin aires que oxigenen mi garganta.

Fue leve y fue, en un tiempo,

agradable tenerlo por compaña.

Mas se creció en verdugo

y hoy me acosa

como injusta condena a mis espaldas.

2 comentarios

Nohemí -

Tú si me sorprendes a mí, sobre todo por el nombre. En cualqueir caso, se agradece la valoración.

Anónimo -

No dejarás de sorprenderme